2018/07/01

El amor

Yo recomiendo el amor, para que mueras por él cada instante.

Ama a diestra y siniestra, ama con ardor, con pasión, con todo el ardor del veneno burbujeante de tus entrañas pútridas. Ama a los otros como te amas a ti mismo, con lastimera condescendencia; ama al prójimo como tu dios te ama a ti, con desdén absoluto.

Ama con todo tu corazón, con todo, todo tu corazón, desde la base sanguinolenta de tus temores más infantiles hasta la hermosa cúspide (hermosa válvula tricúspide) de tus deseos perversos, de los recuerdos de todos tus fracasos y de la colección sinnúmero de tus frustraciones cotidianas. Ama, ama a diario, en cada momento, ama cuando te pudra tu dolor y ama cuando disfrutes el dolor ajeno, ama mientras piensas en culo ajeno y ama mientras cuentas tu dinero.

Ama tu dinero, ama la miseria ajena que que lo causa, ama todo el peso muerto en bienes y compañía que tu amado dinero te regala. Ama la vida que no tienes, ámala más que a tu pareja y tus logros, ámala porque todo lo que no eres es mejor, ama esa vida imposible porque la tuya  es como el acto cotidiano de envolver vidrios rotos en el periódico de la semana pasada que leíste a medias. Ama también tu vida, con cada error que has heredado, con cada pestilencia que has dejado a tu paso; ama tus heridas, pruebas de la incompetencia del universo para controlar las plagas, evidencia de que lo intentaste y que has sido siempre un fracaso.

Ama, ¿por qué no?, un equipo deportivo, una celebridad, un torneo. Ama esa efigie de tu pequeñez, ese reflejo de tu absoluta insignificancia. Ama los logros que vienen de los esfuerzos que no harás, de la disciplina que no tienes, de los talentos que te faltan.

Da amor.

Da el amor que tú puedes dar, ser decrépito, ignorante, burdo y fugaz. ¿Qué podría necesitarse para amar más que el deseo? ¿Qué mejor forma de amar que a través de la codicia, el miedo y la prepotencia? ¿Quién necesita saber algo del universo, del mundo, del poder, de la vida para dar amor? Nadie te dirá que hay más de un amor, y mejor no busques otras formas del amor, así no fallarás en formas más peligrosas para tus queridos.

Por supuesto, al amor de tus amores dale de ese amor ciego, cerrado, confuso, claustrofóbico, caleidoscópico, camaleónico, canalla, concupiscente, cobarde, conformista, corrupto, colérico, cínico y cruel que te han infundido. Da amor a través de las miradas que hieren, de los silencios mordaces, de las ausencias planeadas; a través de los regalos forzados por el calendario (todo amor de tarjeta de crédito), de momentos incómodos para cumplir con la imagen de una película tonta, de abandono y muerte mutua en la impronta de lo debido, de lo correcto, de evitar todo qué dirán; a través de repetir fórmulas de taumaturgos castrados y esperar que del yermo páramo del silencio vengan las flores más puras y bellas; a través del minucioso cálculo de ese juego de manipulaciones que te gusta vivir aunque te arrastre al dolor.

Da todo el amor que tienes dentro de tu bilis: posesivo, rencoroso, vengativo, camorrero, dudoso, inconstante, condicionado, difuso y siempre tan rimbombante.

¡Que el amor venga sobre todo el mundo y con su poder lo cubra todo, lo inunde, lo anegue y que todo bajo su manto tenga una feliz pudrición!

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