2016/08/18

Ojos perdidos

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer;
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Porfirio Barba Jacob 
(Canción de la vida profunda, fragmento)


Tú tienes unos ojos muy verdes, de un verde oscuro que se ve poco, no sabría si más bellos que los tuyos, de ese marrón profundo y cálido;porque los tuyos tienen mucho peso sobre ellos, mientras que tus cejas son perfectas, las cejas reales, con fortaleza, con cadencia, pero aunque te estés yendo, quiero decir que son lo más bello o casi lo más bello en tu cara, ya no lo sabrás, pero esos labios son increíbles, te lo diría si fueras a aparecer de nuevo, ahora solo te digo que caminas con encanto cuando desapareces, pero tú, que recién llegas, seguro te has fijado en que hay mucho esfuerzo en esos pasos calculados, me gusta que andas con descaro, con total carencia de interés por mí y cualquiera que se te cruce, quizá por eso te sientan tan bien esas faldas que el viento que puede mover y mueve como le dé la gana para conspirar con tus piernas fuertes, y así en un oleaje de pasos no me dices adiós ni me dices nada, porque no hay nada que tu pequeña tormenta personal no diga y que no deje huella en quienes pasan, ¿cierto?, ¿la has visto?, sí, sí la has visto con ese mirar despectivo de la desaprobación femenina a la diferencia estratégica; claro, tu estrategia está en otro plano, si no fuese por el golpe aromático que te anuncia, tu sutileza sería una trampa casi efectiva para ocultar aquí el talle y el detalle invisible en la media, allí un giro perfectamente planeado del cabello, ese brillo mágico, el botón preciso en la tensión precisa, el color que marca sin que podamos entender cómo el párpado y esa sonrisa indetectable y evidente a la vez; sí, sólo tu perfume tiene la clave de misteriosas intensidades ocultas a lo evidente, o quizá sea el contraste necesario para ti, que vienes solo para esperar en esta esquina el momento adecuado para cruzar esta calle donde vienen ellas, sí, las entiendo, entiendo su amor, sus ojos que habitan el mismo paraíso, lo sé porque ella te ha visto el busto cuando vienen hacia mí, te vi, no lo puedes negar; te ha gustado, por eso que comparten, los otros que notáramos la transparencia de la blusa, seríamos nada más que fisgones entrometidos, lastimando esa aura pura que proyectan, eso que les agradezco que nos regalen, casi tanto como te agradezco ese corte de cabello y ese cuello casi infinito, y a ti te agradezco el tributo punk de esas medias rotas, en serio, tanto como aprecio tus direccionadas y precisas formas; no la veas así, la interrupción programada y preparada de esa malla en esos puntos tan específicos tiene una historia política tan profunda y una estética tan honda como las flores de tu accidental compañera de trabajo y como las cuentas coloridas que alegran tus muñecas, tus orejas y tu cuello; la malla grita una causa con diferentes tonos de sensualidad (si muy fuertes y desapacibles para ti), tus cuentas hablan idiomas distintos en favor de las esbeltas formas que aprecias no tener que apreciar, pero que en un modo distante y elaborado, pensativo, razonado aprecias, y las flores vienen de lejos, con historias de alegría, de cuidados especiales y mundos vedados de ser mujer, cosas que entiendes, que apreciaste y dejaste de apreciar por cerdos como yo, que ven la forma de este hermoso culo y este busto fenomenal marcados en y por la geometría impecable de  los cortes y las puntadas de un clásico incontrovertiblemente perfecto de la feminidad de esta civilización, de lo que esta civilización que recorres con el paso grácil que tú tendrías al caminar con un vestido blanco en un campo de flores, o tal vez sea que eres el campo de las flores que nos halagas con tus pétalos, o tal vez yo sea un simplón que no puede decir nada sobre tus atributos sin perderme en los clichés, un maldito más que solo ve lo más plano de ti, los accidentes más efímeros, perdido en la tonta incapacidad de controlar buscar en el mundo el placer de disfrutar las formas te tu belleza, de tu cabello rojo, castaño, negro, tus pestañas cortas y largas, crespas y rectas, tus ondas, tu fuerza, tu ritmo, tu voluptuosidad, tu recato, tu dulzura, tu ferocidad, tu volatilidad, tu teatralidad, las formas todas de tu misterio, tu indescifrable misterio y de tu siempre presente e inalcanzable misterio.

Lamento haberte incomodado con mi mirada.

Adiós.