2010/07/03

Crónica de la Locura Sincrónica

La expedición inició hace tiempo, mucho, eso no es lo importante, y tras la fina silueta, la escurridiza imagen evanescente hemos invertido ya casi todos los recursos. La presa ha dejado de ser el objeto de ese misterioso halo. Se nos ha presentado una tras otra vez, tentándonos, burlándonos. Momento para el cuento, no sea que la épica nos acorrale: La conozco. Me conoce. Fiera tal vez entrenada, ha demostrado ser no fugaz, pero sí múltiple.

Hablo confuso y me llamo nosotros, por ello inicio otra vez, para presentar como corresponde esta suelta crónica de la breve partida y la larga jornada. Éramos muchos y en un tiempo también fuimos legión. La ciudad nos hizo y en ella a la furtiva pieza estamos ardientemente buscando. Tras acercamientos exitosos, muchos hemos muerto, dejándome casi solo, y ante la angustia, escribo esta crónica del ars longa vita brevis.

Somos aún bastantes para poder montar varias guardias y cuidarnos del tedio y la norma. Él, en su turno la ha visto por vez última y ella, sincrónica, pues érase sincrónica y no sólo silvestre, le ha respondido. Sí, la vi. Y por ello cuento este relato del encuentro corto y la historia extensa. Era mi tiempo de garita. Tiritaba porque el calor era de salsa pegajosa. El sitio fue nominado café y libro, y ha de ser referencia al color de alguna portada, pues páginas no había, salvo las que la fiera (fugaz, múltiple) presentaba, y las que ahora entrevemos en el sitio de la lucidez ausente.

Quizá primero conviene decirse que el que monstruos busca, en verdad persigue otra presa: locura. Contemos, pues, la historia de la locura sincrónica que este ha encontrado en su mucho ruido y pocas nueces que sigue sin decir, como he venido a decir, que a ella le hemos dicho: “Tú conoces tu sino, y feliz aceptas que te han llamado por tu nombre”. Hemos argumentado las historias que acumula el buen calzado a favor de la locura. Tonterías también dije. De hecho en el momento clave, callé y hemos así perdido su pista.

¿Qué habrían dicho ustedes, de allá que no han entendido? ¿Cómo cerrar, me pregunto, esta jornada ante la noche clara y sentir que la expedición no ha sido un despilfarro? Creo que entendemos a la presa, pues seguimos su rastro sin ver su rostro. Con la técnica de Hertz, Marconi y otros atrapamos relatos distantes de inteligencias exteriores. Ocultos mensajes aseguramos enviar, por si llegara uno a leernos. Sincrónica locura, por si ella intentara caer en la trampa.

¿Volveremos, pues, a verla? Podremos concluir la expedición del abrir y cerrar de ojos, luego de la epístola, eso propongo. Montamos, por eso guardia ahora oyendo con ojos de pulso. La locura sincrónica viene pronto y habremos de leerla. La expedición que ha durado mucho pronto cobrará sus frutos.