2013/03/20

Cómplice

Ando buscando un árbol,
en otro tiempo hubiera dicho que el árbol perfecto.
Hoy, más simple que antes,
si eso fuera acaso posible,
pienso que en cada árbol hay una perfección
más allá de lo decible.

Quiero un gentil árbol que esté lejos,
fuera de mis caminos habituales,
que se diga en nombres antiguos y se cubra en hojas nuevas.

Un árbol vivo, estoy buscando.

Y hay en ello un meollo.

Un árbol fuerte, de cierto porte imponente.
Quisiera que sus raíces rompieran una ladera
puesta entre muchas lomas,
en lo alto de mi única cordillera.

Poético, si vale el redoble de lo obvio.

Con una sombra que no diga nada en el atardecer
al paseante frecuente.
Que no diga nada al botánico,
que calle a los ojos de todos.

Invisible, tanto que de cortarse
no sonara.

Un árbol estadístico,
uno entre muchos, como yo,
guardadas las proporciones de dignidad, sabiduría
y majestad.
¿Cómo decirlo? No un árbol solitario,
como yo,
uno que navegue el viento con muchos de los suyos.
y muchos de los otros seres.

Lo busco para dormir meciendo suave
de sus ramas.

Que me deje encontrar la noche única
sin los achaques que trae el mezclarse con agentes
de ajenidad.

Sin palabras, sin silencios.