2012/02/08

De futuros y ríos

A dos cerebros, con Mariana Cascante.

Una cosa fascinante del uni(multi)verso es que el pasado está determinado y el futuro, no. Somos seres de futuro, inéditos, por ello tanto más difícil distinguir la imagen del futuro en el ahora. Los ríos son entes vivos sujetos a su propia dinámica; el yo es un río más confuso. Los planes tropiezan. ¿A qué va todo esto? Ese es el punto: es indecible a dónde va todo esto. En parte porque no sabemos nuestra próxima jugada; en parte por un punto de quiebre muy simple: no sabemos si el objetivo es (como en tetris) llegar tan lejos como se pueda acomodando las piezas de la incertidumbre con un solo derrotero, o como en Risk, Monopoly o ajedrez, armar un escenario que sea el más adecuado para anular la incertidumbre y apoyar nuestro propósito.

Sin embargo, si se quiere conjurar un futuro (por parcial que sea ese futuro) hay que factorizar todos los elementos. Allí el punto fascinante, pues uno puede formular escenarios diferentes hipotéticos que lleven a futuros similarmente promisorios. Pero ¿qué tan distantes? Una gota puede ir por un río al Atlántico y por otro al Pacífico. Del mismo modo, la misma gota puede ir por el Magdalena o el Amazonas y terminar en el Atlántico. La metáfora se agota porque el Atlántico es a la vez el Índico y el Pacífico. Se a-gota, porque (¡el lenguaje y sus trampas sabias), el futuro es amplio, pero llega a ser solo uno, un amplio futuro. De modo que hay una determinación en el futuro y es el tiempo de los seres vivos.

Queda el curso. Queda el cauce del río y sus meandros. Los puntos de quiebre y las cambios en la vida. Viajar, cambiar el trabajo, procurarse el mejor camino. Arriesgarse y nadar.